Litania de la Divina Misericordia en polaco
Homilia para la fiesta de la Divina Misericordia
Hoy celebramos la fiesta de la divina misericordia. El evangelio nos habla mucho de la paz y podemos preguntar: ¿Cuando fue la ultima vez cuando sentías una paz interior verdadera? ¿Hay un momento especifico en tu vida cuando encontraste la paz contigo mismo? No es sumamente bueno si podamos decir de alguien: ¡Por fin encontró su paz interior!
A veces decimos que la paz en el mundo debe empezar con cada uno de nosotros. Cada uno tendría que empezar consigo mismo. Quien no esta en paz consigo mismo, ¿como la va tener con los demás?
Pero ¿que es eso: encontrar la paz interior? ¿Esto es posible para nosotros, si la vida cambia frecuentemente? ¿No significa vivir desarrollo y cambio constantes? Si la vida de nosotros es un movimiento ¿como encontrar una paz?
El primer deseo de Cristo resucitado para los suyos es: La paz esté con ustedes. Y repite Jesus este deseo varias veces, como si quisiera que lo entiendan bien: La paz esté con ustedes.
¿De que tipo de paz se refiere Jesus, cuando les da este regalo de paz a los suyos? Él mismos es esta paz: „diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: Paz a ustedes.“
Las heridas des los clavos en las manos y la herida del costado están todavía allí. Incluso después de haber resucitado lleva los signos de la pasión. El cirio pascual, nuestro símbolo de la resurrección y de la nueva vida tiene como signos los cinco heridas.
La paz que nos regala Jesus no es una paz cualquiera. Es la paz que ha pasado por el sufrimiento y la muerte. Es una paz como el mundo no se nos puede dar.
Es interesante que en los encuentros de Jesus resucitado con los discípulos no hay ningún acto de reconciliación entre ellos. Los apóstoles no piden perdón por lo que ha sucedido. Entre ellos reina la paz que da Jesus. Solo necesitan aceptar y recibir esta paz.
Esta paz el Señor nos ofrece hoy a nosotros. Nos ofrece entrar en la paz con nosotros. Nos invita a dejar estos pensamientos que siempre nos acusan y sirven para nada porque no nos ayudan a salir de nuestra miseria.
Son pensamientos como las dudas del apóstol Tomas: ¿Como es posible que Jesus resucitó? ¿Como es posible una vida después de la muerte? ¿Como es posible que Dios me perdona mis culpas? ¿Como es posible que yo puedo empezar de nuevo después de tantos fracasos? ¿Como es posible que Dios me quiere dar la paz interior?
Pensar así no nos ayuda. No abre una perspectiva nueva.
La paz esté contigo. No seas incredulo, sino cree en mi. Yo simplemente te ofrezco la paz como regalo, la paz que necesitas tanto, que anhelas tanto en tu vida.
El primer regalo de Jesus resucitado para los suyos es la paz. Pero cuanto les costó aceptarla y recibirla. Todavía piensan que tenían algo que hacer ellos. Pero esta vez no: solo tienen que aceptar este don.
Tambien a nosotros Jesus ofrece esta paz como regalo en la celebración de la pascua. ¿También a nosotros nos cuesta aceptarla?
P. Mathias