Por Stefanie Hoppe, Pastora de Comunidad Luterana en México /
Para la Iglesia protestante el viernes santo es el día festivo más importante. Con la muerte de Cristo se llega al culmen del tiempo de la pasión. Ese día muchas personas ayunan y comen tradicionalmente pescado. El origen de esto lo encontramos en el tiempo de cuaresma, en el que la gente se abstenía del consumo de carne y de muchos otros productos de origen animal. Dado que el pescado no se encuentra dentro de los productos de abstinencia, muchas familias acostumbran comer pescado en viernes santo. Esta tradición está tan arraigada en nuestro país, que en casi todos los comedores de empresas y escuelas, todos los viernes del año, hay pescado para comer.
En viernes santo muchas personas acuden al culto y celebran la Santa Cena. En algunas iglesias evangélicas reformadas, este es el único día del año, en el que los feligreses reciben la Eucaristía. Las iglesias no se adornan, no hay flores en el altar y las campanas enmudecen. Por la tarde muchas personas suelen ir a un concierto. Existen infinidad de grandes obras musicales (Pasiones) de Bach, Telemann o de Schütz.
El viernes santo es un día festivo de guardar, silencioso y por ley existe una prohibición estricta de eventos. No deben llevarse a cabo ninguna boda, fiesta, discoteca o evento similar. Esto da motivo a que cada vez más se tengan intensas discusiones, si esto es aún de actualidad.
Los protestantes se preparan ese día especialmente para el domingo de Pascua, en el punto central está la muerte en la cruz, el sufrimiento y el fallecimiento de cada ser humano. El viernes santo con su silencio y su seriedad permite a los cristianos un nuevo comienzo la mañana de pascua. El mensaje es: „Con la muerte no ha terminado todo.“ Por ende el viernes santo es impensable sin un domingo de pascua. Los dos días festivos están estrechamente ligados.