Alrededor de hace cien años empezó la primera ola de inmigración de alemanes, austríacos y suizos a México. En este tiempo también llegaron los primeros sacerdotes alemanes para atender las necesidades de la comunidad alemana creciente.
Entre los pioneros destaca el Monseñor Wilhelm Havers que llegó a México después de la Segunda Guerra Mundial. Con el apoyo de la Arquidiocesis de Colonia en Alemania le fue posible construir el templo de Santo Tomás Moro en la Colonia Florída en la ciudad de México a partir del año 1968. Fue inaugurada la iglesia en 1970.

Los párrocos de Santo Tomás Moro – enviados a México por la Conferencia Episcopal Alemana – no solo atendían los feligreses de habla alemana sino también los católicos de la Colonia Florída. Durante las primeras décadas se desarrollaba una labor pastoral muy fecunda entre los alemanes y mexicanos. La pastoral juvenil, la enseñanza del catecismo y el cuidado por las familias eran el enfoque de los padres alemanes en estos años.

Entre otros párrocos que se quedaban menos tiempo en Santo Tomás Moro dejó sus huellas el P. Ralf Hirsch de Colonia.